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miércoles, 5 de enero de 2011

Escribir un libro I: La idea

Me he dado cuenta de un par de cosas. La primera, que hay mucha gente que no tiene por qué estar familiarizada con el proceso que lleva desde la intención de escribir una historia a la culminación en forma de libro publicado. La segunda, que uno de los propósitos de este blog era el de compartir mis experiencias con la escritura y la publicación, un tema que tengo la impresión de haber desatendido en mis entradas.

De modo que me he decidido a escribir esta serie de posts sobre el proceso de la escritura, así como mis experiencias y (siempre que las encuentre) las de escritores ya consagrados.

Espero que os resulte interesante... 


El primer paso: La idea

No sé si hay gente que se dedique a escribir sin tener nada que contar. Supongo que quizá los escritores de encargo, o uno de esos escritores que llegan a escribir hasta tres y cuatro novelas en un único año (no me imagino cómo) lleguen hasta el punto de necesitar publicar y haber agotado sus ideas. Pero a mí, no sé si debido a mi imaginación, que lo dudo, o más probablemente a cierta imposibilidad para escribir a un ritmo suficiente como para agotar mis ideas, nunca me ha ocurrido algo así; al menos no que yo recuerde.

Pero tanto si la idea se tiene ya en mente como si se quiere escribir aunque todavía no se tenga muy claro sobre qué o por qué, yo diría que encontrarla si aún no se tiene y perfeccionarla y concretarla después sería el primer paso.

Cuando hablamos de idea no hablamos necesariamente de una trama desarrollada, sino de un simple concepto; en mi opinión pensar en lo que vamos a escribir como una simple trama sería un error que nos llevaría a escribir poco más que el guión de un telefilm de domingo. Así si queremos escribir por ejemplo una novela de espías, lo último que deberíamos tener en mente sería algo parecido a lo siguiente:
Espía A trabaja para país Aa pero se vende a país B tras conocer a agente doble femenino (C) de país B y caer locamente enamorado. Al final mueren todos.
Sin embargo podríamos tener una idea subyacente que moviese todo, como por ejemplo, la posibilidad de una inminente revolución en la Korea filo-americana que promoviese la unión de las dos Koreas. En realidad esta revolución estaría subvencionada y auspiciada por la OTAN, para que EE.UU. pudiese entrar en la guerra e invadir toda la zona. Claro que si la Unión Europea ha aceptado ayudar a Estados Unidos es por un motivo oculto: aprovechar la decadencia del imperio Norteamericano para declarar la guerra a EEUU y librarse de su hegemónico dominio en política de mercado. Una guerra entre Europa y Norteamérica bien merece una novela, ¿no os parece?

Después podremos comenzar con la trama, preferiblemente una vez conozcamos mejor a los personajes y sus motivaciones. Después de todo, puede que aquella trama prematuramente planeada no encajase después con los protagonistas que hemos creado, lo que podría ser un problema irreparable.

Tampoco hay que tener prisa con este tema; una vez tengamos esa idea o concepto conviene esperar, dejar que la idea se asiente. Sin que pensemos especialmente en el tema, podría venirnos a la cabeza un giro inesperado, una nueva idea que lo cambie todo... Probablemente pasado un tiempo, cuando nos toque concretar la trama, tengamos varias ideas listas para aplicar que no se nos habrían ocurrido sin haberle dado a la idea el tiempo preciso para asentarse.


Mi experiencia

Cuando se me ocurrió la idea que me llevó a escribir El rebaño del lobo estaba con otros proyectos entre manos, por lo que tuve tiempo de sobras para que la idea se asentase. La idea era bastante simple a decir verdad; un grupo de jóvenes se quedan solos en una ciudad sacudida por un holocausto. Suena mejor si tenemos en cuenta los motivos de dicho holocausto, pero eso de momento no os lo voy a decir. ;)

Con otros escritos la cosa ha sido a grandes rasgos similar. Alguna vez me ha ocurrido tras meditar una idea tener que cambiarla o desecharla por completo, a veces debido a que ya existía algo demasiado parecido (no me apetece reinventar la coca-cola) y otras por resultar inviable o tener una base equivocada. También me ha ocurrido encontrar de golpe un nuevo enfoque que cambiase la idea diametralmente, lo que ha sido bastante inspirador, e incluso juntar distintas ideas a las que parecía faltar algo en un solo proyecto redondo.

En principio esto no me cuesta por mi manía de apuntar todo lo que se me ocurre, así como tener siempre en la cabeza un puñado de ideas a las que dar vueltas para su desarrollo.


La experiencia de otros

En el libro del que hablé en la entrada anterior, Escribir un thriller, André Jute habla de cómo debió descartar una idea prometedora sobre la monopolización de las minas de plata debido a que un colega escritor había publicado ya sobre el tema. En su caso fue todavía peor, ya que había comenzado el manuscrito, que terminó en la papelera.

Ken Follet, por su parte, (os recomiendo que investiguéis sobre sus inicios, es cuando menos curioso lo que le llevó a convertirse en escritor) apostó en su obra Los pilares de la tierra por un giro diametralmente opuesto a su línea de espías y thrillers políticos. Apasionado desde la niñez por la arquitectura de las catedrales, se decidió a acometer la titánica tarea de narrar la construcción de uno de estos apabullantes monumentos, con el consiguiente terror de su agente literario.

Se cuenta a menudo también la curiosa historia de que el profesor Tolkien, mientras corregía exámenes de sus alumnos, escribió sin motivo aparente en un papel la siguiente frase: In a hole in the ground, there lived a hobbit. (En un agujero en la tierra, vivía un hobbit). La Tierra Media y gran parte de su mitología ya existían desde mucho tiempo antes, cuando un joven J.R.R. Tolkien garabateaba en su libreta historias sobre dioses y elfos en una trinchera en tiempos de la Gran Guerra, pero se dice que los medianos como tales (así como las novelas El hobbit y El señor de los anillos) vieron la luz gracias a esa frase inspirada por el tedio y completamente aleatoria.


Conclusión

Espero que os haya parecido útil o interesante. Sobre todo aclarar que no hay un método único para escribir, no hay ninguna fórmula que funcione mejor que la que uno mismo desarrolle mediante el trabajo y la experiencia; que esto sirva también para futuras entradas sobre el tema.

Me despido con una cita:

Ideas, unlike solid structures, do not perish. They remain immortal, immaterial and everywhere, like all Divine things. Ideas are a golden, savage landscape that we wander unaware, without a map. Be careful: in the last analysis, reality may be exactly what we think it is.

(Y mi traducción, que me gusta más que la de google):

Las ideas, al contrario que las estructuras solidas, no perecen. Permanecen inmortales, inmateriales y omnipresentes, al igual que todas las cosas Divinas. Las ideas son un dorado, salvaje paisaje que recorremos sin apercibirnos, sin mapa alguno. Cuidado: en último análisis, la realidad podría ser exactamente lo que pensamos que es.

Alan moore

6 comentarios:

  1. He escrito algún que otro relato corto en el pasado y sé lo difícil que es hacerlo.

    Me gusta tu estructuración para el desarrollo, me hace atractiva la idea de volver a intentar lo de escribir... Quizás lo haga.

    Un saludo.

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  2. Hace poco comentaba un chaval en un foro que él escribía 90.000 palabras en un mes; me pregunto cómo se las arreglará.
    Supongo que ya tendría la idea completamente madurada, pero aun así...


    Me ha gustado mucho la entrada ;)

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  3. Si te animas sibarita... adelante, que lo que más cuesta es empezar. ;)

    No me cuesta imaginar que alguien escriba noventa mil palabras en un mes; el problema es la calidad que tenga el texto resultante... No obstante imagino que habrá escritores capaces de hacerlo y de manera más que aceptable, que de todo hay. Yo (que no soy ni un escritor rápido ni extenso) cuando hice una burrada así fue para terminar el borrador de la novela, y a ojo de buen cubero no creo que la cosa pasase de las 30.000 palabras en tres semanas largas. Y aun así me costó el sueño y la salud... De cualquier modo, si tiene que ser una competición, escribir es una maratón, no un sprint.

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  4. Ya se que este no es el sitio para comentarlo pero esque no encontraba la manera de enviarte un privado (si es que la hay o es que estoy demasiado enganchada a facebook)y si no se me olvida: pasame tu correo que se me ha olvidao pedirtelo, estoy inspirada para fotochopear y asi te mando lo que haga.
    Cuidate y lo que ya te he dicho.

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  5. Bastante de acuerdo en casi todo. Ahora, sí te digo que yo soy escritor "rápido" (de otro modo, con el tiempo que tengo disponible para escribir, jamás hubiera pasado de las 2 páginas) y las ideas, como tiempo para pensar sí que tengo, maduradas de antemano y bastante cuadradas, además, en forma, espacio y fondo. Para mí la idea originaria de una novela tiene (al menos) dos dimensiones: 1) Desarrollo de los acontecimientos. Las 5 'W' del periodismo anglosajón. 2) Forma en que se va a contar todo eso. Forma que incluye narrador, estilo, fondo de los personajes, emociones que se van a abordar, etc...
    En la actualidad me he acostumbrado a hacer un guión conceptual de mis novelas que es como un índice de escenas, quedando en él reflejadas estas en base a ciertos criterios (ritmo del texto, emoción predominante, nivel de descripción, idea principal, etc...).

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  6. Es una buena práctica, sobre todo para textos largos. Aunque con diferencias, creo que a la hora de la verdad todos mediante la experiencia confluimos en el mismo camino a la hora de afrontar la escritura. Cualquiera que sea el orden o la exhaustividad, todos debemos preguntarnos y proponernos las mismas cosas...

    Un saludo.

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