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jueves, 5 de julio de 2018

El futuro de la escena literaria geek: ¿Y ahora, qué?

Sello de 6 kopecks emitido por el Ministerio de Comunicaciones de la URSS en 1967 y diseñado por el cosmonauta siberiano Alexey Leonov, el primer ser humano en realizar un paseo espacial o EVA en 1965.
Parece extraño, casi ingrato, escribir una entrada de este tipo cuando vivimos, especialmente en el último año o dos años, una suerte de renacimiento de la escena literaria, entendiendo por escena ese trío incestuoso que formamos los lectores, escritores y editores de fantasía, ciencia ficción y terror, y en el que pocos integrantes interpretamos uno solo de los papeles (muchos cumplen los tres: son héroes y heroínas que han olvidado el gusto que da tumbarse a la fresca y tomarse una birra bien fría, sabiendo que tienes la bandeja de correo vacía y nada urgente que hacer para ya. Si te encuentras con alguno de estos seres de luz, dale un abrazo, págale una caña y compra su material).

Hemos asistido a cosas que dos años atrás no creeríamos: el regreso del bolsilibro, la diversidad editorial (tanto las de tiradas cortas como las de distribución), el rejuvenecimiento y expansión del fandom, el aumento de la participación en los Ignotus, la normalización de las iniciativas inclusivas y de visibilización, la proliferación de nuevas revistas en papel, gracias al patronazgo; nuevos avances hacia la internacionalización de los nuestros (hace poco veíamos publicado un cuento de Eduardo Vaquerizo en la revista Analog, y pronto estará disponible Alphaland, la antología en inglés de la gran embajadora que es Cristina Jurado), la importación de las mejores obras actuales de catálogos de editoriales como Tor, Angry Robot o Rebellion Publishing, y por supuesto (perdonad mi parcialidad) el resurgir de la ciencia ficción, que vuelve a molarlo todo.

Y sin embargo, esta entrada es necesaria.

Por todas estas buenas cosas, de hecho. Es precisamente cuando todo va bien cuando sobrevienen las recaídas (o retropezones, en más de un caso). No hay que pensar que el trabajo ya está hecho, que hemos empujado la barca hasta la orilla y que toca dejarse llevar por la corriente. El fandom no es un río hacia el progreso: la inercia de la gente es velcro del caro y la resistencia del mercado es lija del doce. Vamos, que hay que seguir empujando. Para mantener lo conseguido... y por qué no, para lograr aún más.

Como por ejemplo:


Un sistema de bolsillo rentable para los pequeños editores

Por pedir, que no quede. Sé que nuestro mercado no es como el anglosajón, sé que buena parte del motivo por el que allí funciona esto y aquí no tiene que ver con ese monopolio amazónico del que usted me habla, y también con que la búsqueda «audiobooks» en spotify te lleva a El gran Gatsby, Un mundo feliz e Historia de dos ciudades, y sin embargo la búsqueda «audiolibros» te lleva a Guía para emprendedores y Descubre los secretos del Karma. También sé que, demasiado a menudo, las ventajas para el consumidor se consiguen mediante la precarización del trabajo del creador y del de varios intermediarios. 

En definitiva, sé que será difícil. 

Pero oye, también era difícil... no, imposible publicar novelas cortas sin morir en el intento. Así que esto es lo que quiero: literatura de consumo, en formato largo, que quepa en la mano, entre siete y diez euros. ¿Alguien se atreve? ¿Es factible, o implicaría cargarse la gallina de los huevos de oro?
En la foto, tres libros temporalmente rescatados de mi pila kilométrica para su minuto de fama.


Lanzaderas de traducción al inglés

Casi duele pedir esto cuando hay tanta gente trabajando tanto y tan duro en este mismo momento y desde hace tiempo. Eso es precisamente lo que me gustaría: que ese trabajo sea reconocido y que fructifique, que cristalice en una maquinaria funcional, aunque inevitablemente caótica. Me gustaría que hubiese un acercamiento de nuestros mejores autores (queda descartado pues el interés propio) y con la ayuda de nuestros políglotas y personalidades en el extranjero. Que hubiese plataformas dedicadas a la traducción de nuestras mejores obras y, por qué no, hasta publicaciones patrias en inglés. Seguir en la senda de The Best of Spanish Steampunk (Nevsky), Castles in Spain, de Mariano Villarreal (Sportula) y otros.

Continuidad y crecimiento de la AEFCFT

Hay voces críticas contra la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, y por supuesto son críticas legítimas. Sin embargo, leo a mucha gente decir cosas como que no van a participar en nada que tenga que ver con la asociación ni a acudir a eventos que organice, y eso aunque también es perfectamente lícito, me entristece. Claro que hay que generar todo tipo de eventos fuera de la asociación, claro que hay que explorar alternativas, pero eso debería ser compatible con el trabajo por mejorar la asociación, el apoyo o, si no, el disfrute de lo que ofrece de manera desinteresada y como fruto de un esfuerzo colectivo. A todos nos conviene que continúe y crezca la asociación que nos da visibilización, la Hispacon, los Ignotus, el Domingo Santos, los Visiones...

En cuanto a diferencias sobre su funcionamiento, mi sensación es que cualquiera con buenas ideas y tiempo para llevarlas a cabo puede tomar las riendas de la AEFCFT, lo cual no es ningún privilegio sino más bien un trabajo ingrato y que nunca habría que dejar de agradecer, con crítica o sin ella. Confieso que no soy socio; hace un tiempo mi excusa era que no me gusta formar parte de una asociación en la que no aporto algo más que la cuota, en la que no invierto tiempo y trabajo directo, y mi tiempo es escaso (lo era aún más entonces). Desde hace un tiempo, mi excusa es bastante más floja: soy un desastre y lo he ido dejando porque el proceso no es muy cómodo (algo a mejorar), pero lo haré antes de que pase este mes. Ya va tocando.

Presencia transmedia

Se nos juntan factores bastante halagüeños: en España hay bastantes creadores de éxito relacionados con el cine fantástico y la televisión. Pertenecemos a una de las generaciones más formadas de las últimas décadas. Ser friki de repente es la monda. Youtube y otros han democratizado la difusión de medios audiovisuales. Para proyectos de aspiraciones humildes, el patronazgo ha eliminado la barrera de la inversión y a los productores/patrocinadores. ¿Conseguiremos colocar alguna serie en Netflix internacional, como la alemana The Dark? ¿Habrá alguna webserie de ciencia ficción que se convierta en fenómeno? ¿Lo petará algún audio serial con guión de Emilio Bueso o Elia Barceló en iVoox?

Impacto social

Esta es, quizá, la petición al futuro más personal de las cinco que vuelco aquí. Una que muchos y muchas no compartiréis, y hacéis bien, oye. Pero a mí, personalmente, me gustaría hacer recuento dentro de unos años, como hacía al inicio de este post, y poder decir que hay una punta de lanza en el género fantástico español que trabaja los temas sociales, la igualdad, la abolición de los desequilibrios de poder, la construcción paciente y seria de la utopía que siempre ha caracterizado al género especulativo; que atrae miradas de otros medios y géneros de fuera del fantástico, que tiene un impacto real en esta sociedad que está naciendo a la sombra de la sombra, pero que tiene en sus manos la luz de la revolución sociotecnológica (toma frase intensita).

Se me ocurren muchos nombres ya hoy en día: Nieves Delgado, Eduardo Vaquerizo, David Jasso, Lola Robles... pero quiero más, quiero revistas, fanzines de grapa, asociaciones, conciliábulos y saraos. Y creo que debe nacer desde o de la mano de la misma gente que nos ha dado una gran lección de compromiso forjando historias tan locas como La nave invisible o el Ansible Fest, y muchas más que me dejo porque intentar nombrar todas sería omitir muchas. La idea de que el éxito en esto de escribir depende de la figura del autor, y no de su obra, es lo que  a muchos nos puede hacer pensarlo dos veces antes de meternos en jaleos; de debatir ideas; de defender abiertamente posturas. Y sin embargo, ¿qué sentido tiene evadirse en un juego en el que ni los de más éxito ganan para vivir de esto? ¿En el que igualmente volcamos nuestras ideas en nuestros escritos o líneas editoriales, porque callarnos sería renunciar a lo que nos hizo abrir la boca en un principio?