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martes, 22 de octubre de 2013

El cementerio de barcos, de Paolo Bacigalupi


Texto de contraportada (RHM):

En la costa de lo que una vez fue el golfo de México, la gente sobrevive desguazando antiguos petroleros y buques mercantes, y malvendiendo sus piezas a las grandes emperesas. Cable de cobre. Planchas de hierro. Chatarra. A veces aceite o incluso un bidón de petróleo. Son los tesoros que el joven Nailer y sus compañeros rescatan de los barcos varados en la playa. Es una profesión dura en un mundo duro y solo hay una manera de escapar de él: con un golpe de suerte. Y la suerte sonríe a Nailer el día que descubre un hermoso velero encallado en las rocas, una de esas naves con las que siempre ha soñado. Pero dentro hay una chica prisionera: si la mata, será rico; si la ayuda a regresar con los suyos..., comenzará la aventura.

La novela juvenil de Bacigalupi
Así es como me la presentaron a mí: como una novela juvenil. Ambientada en ese contexto biopunkie tan propio del autor, con sus mega corporaciones, su bioingeniería y su distopía ambiental, pero muy distinta a la obra que le ha dado la fama. Los que me leéis de vez en cuando seguramente sepáis cómo me entusiasmó esa novela, La chica mecánica, en la que Bacigalupi nos contaba una trepidante historia de conjuras políticas y económicas en una Tailandia muy diferente a la actual pero, al mismo tiempo, reconocible. Es verdad que en aquella reseña dije algunas cosas que a muchos les parecerán exageradas, indulgentes o ingenuas, en parte porque las creía y en parte también porque, qué coño, soy lector antes que crítico y prefiero seguir entusiasmándome mientras pueda.

Aquella reseña a La chica mecánica sudaba entusiasmo, en parte, porque yo acababa de descubrir un autor de mi gusto, y eso siempre es algo a celebrar. Como dije en aquella entrada, conviene seguir la carrera literaria de este hombre, y eso es lo que haremos. Pero antes que nada...

¿Qué es lo que vamos a encontrar?
O lo que es igual: ¿realmente estamos ante una novela juvenil? Pues es difícil que yo lo diga, porque "juvenil" es una etiqueta que siempre me ha disgustado. Es cierto que los protagonistas son jóvenes, que la estructura narrativa algo tiene de aquellas novelas de juventud de A, luego B, finalmente C, que la sensación de aventuras es constante... pero el caso es, como digo,que la etiqueta juvenil me parece muy peligrosa, y a la hora de endilgarle este sambenito a alguna historia hay que tener cuidado. Conozco a mucha gente que nunca leerá una novela si se la presentan como juvenil, y que sin embargo habría disfrutado de libros como el clásico de Ende La historia interminable, la novela de Pratchett Mauricio y los roedores sabios o, por qué no, esta misma novela de Bacigalupi. 

Y es que de entre las tapas del libro hay mucho que extraer. La lectura, aunque rápida, deja un poso que los que vinimos a este libro tras leer su anterior obra sabremos apreciar; así ha sido para mí, vaya. No en vano aquí también hay especulación (el universo es el mismo en ambas novelas), y con Nailer y compañía asistimos de nuevo a esa construcción de personajes ricos y creíbles, con sus cuitas y problemas.

Por otro lado, hay que tenerlo claro: salvo muy pocas excepciones, en El cementerio de barcos no vamos a encontrar lo mismo que en La chica mecánica. La prosa es más ligera, el contexto, aunque rico, no tiene todas las texturas que sí había en La chica mecánica. La trama es mucho más lineal, no tiene ese aspecto coral, no asistimos a un entretejido de subtramas ejecutadas por otros tantos personajes, sino que de principio a fin seguimos a nuestros héroes en su particular epopeya. En este sentido, El cementerio de barcos es una novela más fácil de escribir, aunque no por ello menos trabajada.

En resumen
Una novela que leer si te ha gustado La chica mecánica, o si esta te intimida por su densidad y quieres probar la pluma de Bacigalupi en distancias más cortas y con una trama mucho menos elaborada. No es una novela maravillosa ni revolucionaria, pero es una muy buena novela, impecáblemente escrita y muy entretenida, y con mucha más reflexión y significados de los que se suele buscar en la novela "juvenil" media. 

En mi caso cumplió totalmente con mis expectativas, así que no la dejéis pasar si podéis haceros con ella. Me veo obligado, eso sí, a decir que la presencia de ciertas criaturas fruto de la bioingeniería, humanoides y con cabeza de perro, me tuvo media novela pensando en dioses egipcios y en Stargate. Es un detalle minúsculo, pero (aunque no tendría por qué ser así) por algún motivo el autor no consigue que esas criaturas sean creíbles. De verdad que los habría eliminado sin miramientos de haber sido Bacigalupi.  

Pero no me hagáis mucho caso en esto: yo no soy Bacigalupi, ni he escrito una novela tan genial como La chica mecánica...

4 comentarios:

  1. Tengo La chica mecánica, pero aún no la he leído porque estoy con otras lecturas. Ésta que comentas también parece interesante. A mí no me importa que sea juvenil, aunque sí es cierto que hay muchos prejuicios con eso. Una vez comenté que me gustaban las novelas de Julio Verne, y alguien me dijo que era literatura para niños, que mejor leyese "alta literatura"...

    ¡Oh!, y cuando le pregunté qué era para él "alta literatura", contestó que novelas como "El código Da Vinci" o "Los pilares de la tierra".

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    1. Desde mi punto de vista, El código Da Vinci y Los pilares de la tierra son alta literatura. Diría más: forman parte de la literatura más alta a la que tengo alcance.
      Geométricamente hablando, quiero decir.
      Los veo ahora mismo, si giro un poco el cuello: están en la balda más alta de mi cuarto. Es la más innaccesible... pero esto último no tiene por qué ser algo malo, ¿verdad?

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  2. Aunque sea juvenil si es buena, me da igual.

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    1. Opinamos igual. Hay obras geniales, sin importar a quiénes vayan dirigidas.

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