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viernes, 3 de mayo de 2013

La chica mecánica, de Paolo Bacigalupi


Texto de contraportada:
Anderson Lake es el hombre de confianza de AgriGen en Tailandia, un reino cerrado a los extrangeros para proteger sus preciadas reservas ecológicas. Su empleo como director de una fábrica es en realidad una tapadera. Anderson peina los puestos callejeros de Bangkok en busca del botín más preciado para sus amos: los alimentos que la humanidad creía extinguidos. Entonces encuentra a Emiko, una «chica mecánica», el último eslabón de la ingeniería genética. Acusados por unos de carecer de alma, por otros de ser demonios encarnados, los neoseres son esclavos, soldados o, en el caso de Emiko, juguetes sexuales para satisfacer a los ricos en un futuro inquietantemente cercano, donde las personas nuevamente han de recordar qué las hace humanas.

Un nuevo clásico
No se me ocurre otro modo de comenzar esta reseña. Con La chica mecánica, Paolo Bacigalupi se ha aupado a la categoría de los grandes. Ganadora de los premios Hugo, Nébula y Locus, su novela es original, comprometida, impactante, reflexiva, imaginativa, profunda y muy, muy absorvente, sobre todo para aquellos que disfrutamos con la política ficción o con las conjuras y el espionaje entre múltiples facciones. En esto último —en las conjuras casi palaciegas— se asemeja al Dune de Herbert, aunque de un modo más realista, más tangible, una sensación que quizá venga fomentada por el futuro relativamente cercano en que Paolo ha ambientado su relato. Por seguir con las odiosas comparaciones, se le podría achacar un uso maestro de la atmósfera y el contexto que no siempre se encuentra en el género. Si bien en la piel de toro (en El Periódico de Catalunya) se le ha comparado con Ballard, yo identifico esta profusión de detalles con la de Will Gibson (Neuromante), y el hecho de que estos mismos detalles no estorben a la historia con lo mejor de Philip K. Dick: no en vano Neuromante es una novela que por momentos puede resultar confusa incluso a los más acérrimos lectores de ciencia ficción, amén de ser algo complicada de traducir, lo que echa más leña al fuego para los lectores en castellano.

Pero me voy del tema. ¿Qué se encuentra entre las páginas de La chica mecánica? Una Tailandia casi tangible, en la que por momentos creeremos atravesar en rickshaw las hiperpobladas calles de los peores distritos de Bangkok, en la que casi sentiremos cómo nos salpica la sangre de los peores combates de muay thai. Un futuro en el que los combustibles fósiles casi han desaparecido por completo, en que una serie de hecatombes y plagas genéticas ha condenado a un mundo ya atenazado por los efectos del cambio climático a una hambruna sin precedentes. Una lucha encarnizada entre corporaciones genéticas que están dispuestas a todo por obtener beneficios y nuevas formas de comercio biológico y un reino blindado, una última isla de riqueza en un mundo arrasado, cuyo gobierno interno se tambalea en la enésima inclinación de una balanza que a lo largo de los siglos ha ido pivotando a base de luchas internas y  coup d'etats.

Todo esto y acción, intriga, especulación... y una geisha diseñada, una creatura in vitro, Emiko, un neoser fabricado en Japón por pura arquitectura genética y con una única función: la gratificación sexual. 


El biopunk, uno de los tres pilares de la ciencia ficción contemporánea
¿La conquista espacial? Ya está aquí. ¿Los androides, mechas y robots? Echad un vistazo a los juguetitos que DARPA y Boston Dynamics están creando a marchas forzadas. ¿El Gran Hermano, el Nuevo Orden Mundial? No me hagáis hablar... 

Las ideas de la ciencia ficción clásica abandonan el área de la especulación y los nuevos argumentos pueblan las novelas de los premios Hugo y Nébula de los últimos años, y por qué no decirlo, también de los patrios Alberto Magno (facultad de ciencias de la Universidad del País Vasco) y UPC (Universidad Politécnica de Cataluña).   

Junto a la nanociencia y el advenimiento de la singularidad tecnológica, el biopunk se reinventa en la tesitura de la extinción de combustibles y las apabullantes capacidades de la ingeniería genética y el transhumanismo.

Paolo Bacigalupi no es ningún novato en el biopunk, que ya poblaba sus escritos anteriores. Se palpa en su narración el impacto de la ingeniería genética en los enormes megodontes, elefantes hiperdesarrollados para el aprovechamiento de su energía motriz, o esos espectros similares a los gatos de increíbles reflejos que se han reproducido hasta erradicar a sus homólogos felinos, o el ngaw, un fruto recuperado de un perdido y antiquísimo depósito de semillas, o diseñado quizá a manos de un bioingeniero con la ayuda de un ordenador a pedales (a pedales, sí), o la propia Emiko, la chica mecánica.  

Imposible describir en estas líneas todas las texturas y matices del mosaico especulativo creado por el autor. Tendréis que leerlo por vosotros mismos.
A lo mejor la foto no viene a cuento, pero... qué leches, ¡tenía que ponerla!


Una nueva referencia del género
Odio hacer este tipo de reseñas, tan entusiastas e indulgentes, pero la ocasión lo merece; encontrar un autor contemporáneo con esta narrativa y originalidad en el género ayuda a demostrar que la ciencia ficción sigue y seguirá aportando nuevas ideas y narraciones memorables, y eso bien merece una entrada algo menos crítica que las que soléis encontrar en el blog de El rebaño del lobo. Pero no,  no estoy siendo indulgente ni poco crítico, sencillamente no encuentro lastres, contras, peros que sacarle a la novela de Bacigalupi.

Yo, y si os decidís a leer La chica mecánica tal vez vosotros hagáis otro tanto, estaré bien atento a su carrera literaria

2 comentarios:

  1. No pasa nada por hacer una reseña indulgente; eso sólo significa que te ha entusiasmado la novela.

    La cazaré si la veo, que la pintas bien y el argumento parece fresco e interesante. Además, necesito algo así, porque he vuelto a ser derrotado por el Ulises de Joyce...

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    1. Lo que ocurre con esta novela es que hacía tiempo que no encontraba este nivel fuera de los clásicos.

      Léela si tienes oportunidad, yo la compré en formato bolsillo. No creo que tú le des importancia pero es una novela relativamente larga, no tan breve como las de Dick, por ejemplo, aunque muy ágil. Infinitamente más que el Ulises... :P.

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