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lunes, 23 de mayo de 2011

Bruce Sterling: Islas en la red

En estos días en los que se habla tanto y ocurren tantas cosas, prefiero ser (al menos en este espacio) uno de los que menos digan.

Dejo el nombre de un escritor, una novela suya y dos breves citas de la misma.

No es mucho. Claro que a veces no hace falta más.


Islas en la red, de Bruce Sterling

[Sobre la democracia económica]


-¿... una especie de directora de hotel?
-En Rizome no tenemos puestos de trabajo, doctor Razak. Sólo cosas que hacer y personas que las hacen.
-Mis estimados colegas del Partido de Innovación Popular podría llamar a esto ineficiente.
-Bueno, nuestra idea de la eficiencia tiene más que ver con la realización personal que con, hum, las posesiones materiales
-Tengo entendido que un amplio número de empleados de Rizome no trabajan en absoluto.
-Bueno, nos oocupamos de los nuestros. Por supuesto mucha parte de esta actividad se haya fuera de la economía del dinero. Una ecnomía invisible que no es cuantificable en dólares.
-En ecus, querrá decir
-Sí, lo siento. Como el trabajo del hogar: ustedes no pagan ningún dinero por hacerlo, pero así es como sobrevive la familia, ¿no? Sólo porque no sea un banco no quiere decir que no exista. Un inciso, no somos empleados de, sino asociados.
-En otras palabras, su línea de fondo es alegría lúdica antes que beneficio. Han reemplazado ustedes el trabajo, el humillante espeectro de la producción forzada, por una serie de variados pasatiempos como juegos. Y reemplazado la motivación de la codicia con una red de lazos sociales, reforzados por una estructura electiva de poder.
-Sí, creo que sí..., si comprendo sus definiciones.
-¿Cuánto tiempo transcurrirá hasta que eliminen enteramente el trabajo?

 

[Sobre el futuro de los estados nacionales]


Laura apartó su plato, luchando con su japonés.
—Viena existe para proteger «el orden político». Para proteger a los gobiernos. No nos pertenece. Las corporaciones no pueden firmar tratados diplomáticos.
—¿Por qué no? —dijo francamente Yoshio—. Un tratado es sólo un contrato. Esta hablando usted como mi abuela. Ahora es nuestro mundo. ¡Y hay un tigre suelto en él! Un tigre que creamos nosotros..., porque pagamos estúpidamente a otras personas para que se convirtieran en las garras y los colmillos de nuestras corporaciones.
—¿Quién le pone el cascabel al gato? —dijo Mika en inglés. Echo mas sake en la pequeña tetera eléctrica.
Yoshio les miro y se rió.
—Vaya caras más largas. ¿Por qué parecen tan impresionados? Ya han actuado como diplomáticos Rizome..., subvirtiendo Granada a su política corporativa. No sean tan..., ¿cuál es la palabra? ¡Inescrutables! ¡Sean más modernos! —Se tiró de las mangas del quimono—. Agarren el problema con ambas manos.
—No veo como es posible hacerlo —dijo Laura.
—Es muy posible —respondio Yoshio—. Kymera y Farben han estudiado este problema. Con la ayuda de nuestros aliados, como su Rizome, podemos multiplicar muchas veces el presupuesto de Viena, de una forma muy rápida. Podemos contratar muchos mercenarios y ponerlos a las órdenes de Viena. Podemos lanzar un ataque repentino sobre Malí y matar de inmediato al tigre.
—¿Es eso legal? —murmuró David.
Yoshio se encogió de hombros.
-¿A quién preguntárselo? ― ¿Quién toma esa decisión? ¿Los gobiernos como los Estados Unidos? ¿O Japón? ¿O Malí, o Granada? ¿O lo decidimos nosotros? Votemos.
—Alzó una mano. Yo digo que es legal.
Mika alzó rápidamente su mano.
—Yo también. ¿Cuanto tiempo podemos ― esperar? ―dijo Yoshio— El Ejército Libre atacó una pequeña isla, pero igualmente pudo haber sido la isla de Manhattan. ¿Debemos aguardar a que ocurra eso?
—Pero está hablando de sobornar a la policía global -dijo Laura- ¡Eso suena como un golpe de estado!
―¿«Kudetah»? —dijo Yoshio con un parpadeo. Se encogió de hombros.
¿Por qué seguir trabajando a través de los gobiernos? Cojamos el camino del medio.
—Pero Viena nunca estará de acuerdo. ¿Lo estará?
—¿Por que no? Sin nosotros, nunca llegarán a ser un auténtico ejército global.
—Déjenme decirlo claramente —indicó Laura—.¿Están hablando ustedes de un ejercito corporativo, sin el respaldo legal de ninguna nación, invadiendo otras naciones soberanas?
-Una revolución no ― es una cena social —dijo ika. Se levantó graciosamente y empezó a retirar los platos.
Yoshio sonrió.
―Los gobiernos modernos son débiles. Nosotros los hemos hecho débiles. ¿Por qué fingir otra cosa? Podemos enfrentarlos unos contra otros. Nos necesitan más a nosotros de lo que se necesitan entre sí.
―Traición —dijo David en español. Y remachó en inglés—: Traición.
—Llámelo huelga laboral —sugirió Yoshio.
—Pero, cuando consigan reunir a todas sus corporaciones —indicó Laura—, la policía del gobierno los estará arrestando como conspiradores a diestro y siniestro.
—Sí, es como una pequeña carrera, ¿no? —observó alegremente Yoshio. Pero veamos quien controla la policía de Viena. Pueden arrestarnos a muchos antes de que termine todo esto. Pero, ¿los burócratas nos llaman «traidores»? Nosotros podemos llamarles «simpatizantes del terrorismo».
—¡Pero están hablando ustedes de una revolución global!
—Llamémoslo «racionalización » sugirió Yoshio, tendiendole a Mika una bandeja. Suena mejor. Extirpamos las barreras innecesarias del flujo de la Red global. Barreras que resultan ser los gobiernos.
—Pero, ¿qué tipo de mundo nos dará eso?
—Esto dependerá de quién haga las nuevas reglas dijo Yoshio. Si uno se une al bando vencedor, obtiene derecho al voto. Si no, bueno... Se encogió de hombros.
—¿Sí? ¿Qué ocurrirá si su bando pierde?
—Entonces las naciones tendrán que luchar contra nosotros, para poder acusarnos finalmente de traición dijo Mika. Oh, lo harán, finalmente. Quizás en unos cincuenta años.
—Pienso que quemaré mi pasaporte japonés y me convertiré en ciudadano mexicano murmuró Yoshio. Quizá todos nosotros podamos convertirnos en ciudadanos mexicanos. México no va a quejarse por ello. ¡O podríamos probar Granada! Podríamos probar un nuevo país cada año.
—No traiciones a tu propio gobierno sugirió Mika. Limítate a traicionar a todos los demás gobiernos. Nadie ha llamado nunca traición a eso.
—Las elecciones Rizome van a producirse ya indicó Yoshio—. ― Dicen que son ustedes demócratas económicos. Si creen ustedes en la Red, si creen en su propia moralidad..., entonces no pueden escapar a esa línea de acción. ¿Por qué no lo someten a votación?

4 comentarios:

  1. Un nuevo 1984 ?? Tal vez no, porque se parece demasiado al mundo real.

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  2. Aunque este autor es algo posterior a Orwell, también se le da muy bien aquello de la narrativa de la especulación.
    Como bien has notado, el mundo que nos muestra es por desgracia demasiado parecido al real...

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  3. Perfecto, otra novela más que añadir a todas las que quiero leer...

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  4. Jajaja, las lecturas se acumulan, y más ahora con las ferias del libro :S

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