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lunes, 27 de diciembre de 2010

República Independiente de Oniria: Fuente nocturna de inspiración

No había manera de que supiese cómo había llegado allí, o de dónde había venido; no lograba recordar cuál era mi identidad, ni acaso cómo sonaba mi voz. Pero todavía recordaba la detonación, apenas unos imperceptibles instantes después de sentir aquella molesta sensación en la nuca, aquella sacudida nerviosa demasiado sorda y difusa como para llamarla dolor. 

Recordaba haberme llevado entonces la mano derecha a lo que apenas empezaba a sospechar que sería una herida mortal, y recordaba también el tacto incomprensiblemente gélido de mi sangre antes de que mi vista se nublase y me desmallase por fin. 

Pero incluso por encima de todo aquello recordaba los segundos de negrura, de vacío, que habían precedido a mi despertar. 

No había habido transición alguna: en un instante me encontraba contemplando la nada y preguntándome si sería eso lo que se siente al morir, y al siguiente contemplaba la negrura algo más familiar del techo de mi habitación.

Recordaba todas aquellas cosas de mi turbador sueño, pero como sabía que la mente, al fabricar esos recuerdos, no los diseña para que duren, me obligué a resistir la tentación de dormirme de nuevo; repasé aquellas escenas una y otra vez, y a la mañana siguiente me encontré con toda una trama para un relato de ciencia ficción.

¿Cuánta gente habrá sentido exactamente lo mismo antes? ¿Cual es la magia que posibilita semejantes representaciones, en ese teatro con una sola butaca de aforo que tan incontrolablemente supera a nuestra imaginación consciente?


La inspiración que no buscamos

O, concretamente, uno de los tipos de inspiración que no buscamos. Puesto que a mi entender no existe la inspiración buscada... o al menos, no es la búsqueda la que influye en la aparición de las musas.

Pero entremos en el tema.

Mucha gente parece creer que el proceso creativo es una especie de halterofilia cerebral, un esfuerzo consciente y constante por lograr que la luz se haga y demos con la solución adecuada a nuestro problema (entiéndase en este caso la invención de una trama, o en el caso de un ingeniero el modo de rediseñar un mecanismo, etc.). Pero si bien es verdad que esa especie de esfuerzo es necesario en algunas de las fases posteriores del proceso creativo, no creo que haya modo alguno de provocar esa sobreexcitación mental que es la inspiración.

Hablaríamos pues de un proceso (ya sea por asociación de ideas, por asimilación externa o por ósmosis) espontáneo y que no podemos provocar, por mucho que quizá si facilitar que ocurra; es decir, podríamos pensar constantemente en un tema, confeccionar esquemas, buscar información, etcétera hasta que la idea surgiese, del mismo modo que podríamos correr bajo una tormenta agitando un clavo de hierro hasta que un rayo nos impactase.

Pero en todo caso la idea llega por causa ajena a nuestro esfuerzo, y nada implica que la idea no pueda surgir por sí misma... o que un rayo no pueda alcanzarnos en el salón de nuestra casa.


El mundo de los sueños y el papel del subconsciente

Advierto desde ya que el hecho evidente de que mis conocimientos no abarquen ni mucho menos la neurobiología, la psiquiatría ni ciencia alguna relacionada con el cerebro más allá de lo que infiero a "nivel de usuario" -miserere mei- convierte esta reflexión en algo bastante ajeno a la ciencia; como mucho se puede considerar una cuestión de fe. Pero así es como entiendo el subconsciente desde la ignorancia, desde mi propia experiencia. Para análisis serios del tema, todos conocemos a Eduard Punset, cuyo programa podéis ver a través de la web de la televisión estatal.

Pero me voy del tema, como de costumbre. Todos conocemos los sueños, esas luminarias fatuas que nos transportan a mundos lejanos, que nos llevan a vivir escenas imposibles, a cumplir esos deseos y fantasías que no podemos satisfacer en la vigilia.

Unos achacan muchas de estas ensoñaciones a apócrifas fuentes casi mágicas; la doctrina freudiana, por otro lado, aduce a la ayuda que ejerce el sueño reparador a niveles profundos, presentándonos al subconsciente nocturno como a un soldado que cose su uniforme tras cada batalla, remendando cada rasgón de tela, cada agujero de bala.

Pero procedan de donde procedan, éstas elucubraciones nocturnas forman parte de lo que somos, ya sean deliciosas fantasías o aterradoras pesadillas. Nos sobrecogen, nos asustan, nos emocionan, nos liberan. ¿Cómo no volverse hacia ese mundo de fantasía cuando nuestro oficio es el de tejer reparadoras fantasías para otros? Lograr que en algún lugar, en algún momento, alguien sienta algo parecido a ese viaje que es la aventura onírica bien puede ser un modo de entender la labor de la escritura.

El viaje. De ahí el título de ésta entrada. Un viaje -aunque deseado y anhelado- siempre involuntario. Un viaje del que con alguna frecuencia logro traer el mejor souvenir, un producto autóctono que solo se encuentra en esa tierra caótica e impredecible que es la República Independiente de Oniria, ese R.I.O. de mundos y personajes. Y esa mercancía no es otra que la más original y evocadora de las inspiraciones.

Lástima que, a diferencia de otras homólogas escandinavas -y bastante más mundanas- la República Independiente de Oniria no suministre manual de instrucciones junto con sus productos...

Paisaje típico de las llanuras oníricas. Fotografía extraída de la web oficial del ministerio de Promoción y Turismo de la R.I.O..

4 comentarios:

  1. A mi me resultaría bastante dificil encontrar la inspiración en los sueños, pues no suelo recordar ninguno a la mañana siguiente.

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  2. Los sueños son muy interesantes, algunos les asignan propiedades adivinatorias (no es mi caso) o al menos explicativas de las represiones propias.

    Lo que coincido contigo es en que son una gran fuente de inspiración; yo sí me recuerdo a mi mismo tratando de recordar los detalles de sueños como si se tratara de una película que acabo de ver. Aunque ésta no siempre es agradable.

    Otras veces, cuando me enfrento a situaciones complicadas, sueño con ellas sin querer y al despertar descubro soluciones útiles.

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  3. Pues sí, los sueños pueden ser una fuente inagotable de inspiración. Eso si los recuerdas, porque yo la verdad los olvido casi todos...

    Y lo agradezco, ya que casi siempre tengo pesadillas xD.

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  4. Es curioso que unas personas recordemos nuestros sueños mejor que otras tras despertar... Me pregunto a qué se deberá.

    Gracias a todos por comentar.

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