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sábado, 25 de octubre de 2014

Seleccionado para la antología Visiones 2014

Pues sí. Aunque el fallo se ha retrasado un poco (estaba emplazado al último día de septiembre) la espera ha merecido la pena. Hacia la media noche de ayer me llegó la noticia a través de facebook y por un compañero, un poco irregular todo pero igualmente feliz: mi relato Proyecto Planeta ha sido seleccionado.

La antología Visiones es el recopilatorio anual que prepara la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror. Personas o colectivos del mundillo se encargan cada año de establecer los criterios de selección y de leer y elegir las propuestas; este año, ese trabajo ha recaído en Joaquín Revuelta. Joaquín, en el texto de la convocatoria, abogaba por recibir relatos tanto de noveles como de autores consagrados (decisión acertada, en mi opinión) y nos pedía que elaborásemos una historia de ficción next minute, es decir, de esa especulación inmediata de la que también se nutre (y mucho, y muy bien) la ciencia ficción. Este ha sido el resultado:

El Gran Hotel Catalonian Miguel Ángel Chamizo Jodar
Diminutos Javier Urquiza López
Los pocos minutos que nos quedan Sergio Gaut Vel Hartman
Mi padre Marco Antonio Marcos Fernández
El Proyecto Acuatécnia Néstor Bardisa
Proyecto Planeta Pedro Moscatel
Hoax Javier Fernández Bilbao
Hijos de Coubertin Antonio González Mesa / Juan Glez. Mesa
Chico Problemático Magín Méndez Sanguos
Muñeca Alejandro Valiente Lourtau
Gastronomía española Francis Novoa
La mole Carlos Romeo
Sabemos lo que te gusta Aitor Solar Azcona
Duna Ricardo Cortés Pape
Fecha de caducidad Anaid Ofelia Pérez Mendoza
Hotel Sahara Juan Jesús Botí Hernández
Jugar un juego Sandra Monteverde Ghuisolfi
Tú tienes que estar conmigo Alfonso José Gijón Morales
Güijas Cuánticas y bufandas del Atléti Pedro López Manzano
El penúltimo día Vicent Sala Enguix

Aquí el anuncio oficial. ¡Enhorabuena al resto de seleccionados!

sábado, 11 de octubre de 2014

Huevo de dragón, de Robert L. Forward


Texto de contraportada (Del Rey Books):

"Bob Forward writes in the tradition of Hal Clement's Mission of Gravity and carries it a giant step (how else?) forward."     —ISAAC ASIMOV
[Traducción: Bob Forward escribe en la tradición de Mission of Gravity de Hal Clement y lo lleva una gran paso (¿cómo si no?) más allá.]
"Dragon's Egg es soberbio. Yo no podría haberlo escrito; habría requerido mucha física de verdad."     —LARRY NIVEN
"Este de aquí es para el auténtico fan de la ciencia ficción."     FRANK HERBERT
En una conmovedora historia de sacrificio y triunfo, científicos humanos establecen una relación con formas de vida inteligentes —los cheela— que viven en Huevo de Dragón, una estrella de neutrones donde una hora de la Tierra equivale a cientos de sus años. Los cheela evolucionan culturalmente desde el salvajismo al descubrimiento de la ciencia, y por un breve tiempo, los humanos son sus profesores diligentes...
"Robert L. Forward cuenta una buena historia y pregunta una cuestión profunda. Si nos topamos con una raza de criaturas que viven cien años mientras nosotros vivimos una hora, ¿qué pueden decirnos o decirles nosotros a ellos?"     FREEMAN J. DYSON, Autor de Disturbing the Universe
"Forward tiene credenciales científicas impecables, y... ideas especulativas originales, grandes."     The Washington Post 
Robert L. Forward es consultor científico, experto en tecnologías futuras, conferenciante, y escritor de ciencia ficción y ciencia real. Es el dueño y jefe científico de Forward Unlimited, una firma consultora especializada en phísica exótica y propulsión espacial avanzada, y socio y jefe científico de Tethers Unlimited, una sociedad formada en 1994 con el Dr. Robert P. Hoyt y especializada en entornos espaciales de alta probabilidad de supervivencia. Es autor de diez novelas de ciencia ficción, la secuela de Dragon's Egg, y tres trabajos de ciencia académica además de numerosos artículos de ciencia popular e historias breves.

Me repatea hacer la reseña de un libro que no vais a poder disfrutar si no estáis dispuestos a buscarlo de segunda mano o si no leéis inglés a un nivel alto. Porque no, Huevo de dragón no está a la venta en castellano. Tenéis que haceros con la edición en inglés de Del Rey, ahora división de Random House Incorporated, o recurrir a las librerías de viejo en busca de la ya descatalogada edición de Nova ficción.
La susodicha.
Y entonces, ¿por qué lo reseño? Pues porque merece la pena con creces saltar una de esas dos barreras (el idioma o la búsqueda por puestos y tiendas añejas) para conocer la historia de Huevo de dragón, la estrella de neutrones en que se desarrolla gran parte de esta genial novela de ciencia ficción hard.

Quien haya leído a Niven seguramente comprenda el alcance del comentario del autor de Mundo Anillo que figura en la contraportada de Drangon's Egg. Estamos ante un trabajo concienciudo para dotar al escenario y sus pobladores de una verosimilitud detallada y fiel a la física formal. Tanto es así que Forward (ahí se nota la deformación profesional del consultor) no puede resistir la tentación de agregar al final del libro un jugoso apéndice para los que tenemos curiosidad por estas cosas.

Los Cheela esquematizados en el Apéndice
Pero no todo es hard en la hard. A pesar de los prejuicios de quienes (generalmente desde el desconocimiento) reniegan de este subgénero, hay hueco para mucho más que ciencia y tecnología entre las páginas de Huevo de dragón, como ocurre en la mayoría de las novelas de este tipo.

Tenemos ante nosotros un ejercicio bestial de empatía. Unos seres de aspecto protozoico, tan calientes que nos arderían en las manos, tan poco densos (por la gravedad a que están sometidos en la superficie de la estrella Huevo de dragón) que reventarían en nuestra atmósfera, tan diferentes a nosotros que sus procesos biológicos no están basados en la composición de estructuras complejas de carbono sino en interacciones de radiación nuclear débil.Y Robert Forward consigue que nos olvidemos de esas diferencias para contarnos una historia épica de individuos, primero, y de su sociedad, después. Y olvidamos la biología imposible, la anatomía rocambolesca y el ambiente inhabitable para pasar a deleitarnos con la psicología, la historia y la cultura de un pueblo al que espiamos, como a través de un magnífico telescopio, desde su nacimiento hasta... hasta mucho más allá. 

Leed este libro, si podéis. Y si no podéis, pedid que nos lo vuelvan a traducir e imprimir. Los cheela lo merecen.

Y nosotros también.

viernes, 15 de agosto de 2014

A la venta Bestiario de lo sobrenatural I: La sombra de Polidori

El II Concurso homenaje a John William Polidori, en la línea de otros como el célebre Hislibris, fue un certamen abierto y participativo en el que todos los relatos participantes podían ser leídos por cualquiera y en el que una parte importante de la decisión final recaía sobre un jurado popular y voluntario. El tema: el vampirismo

Como suele ser en estos casos, el certamen tiene dos valores añadidos si lo comparamos con otros más convencionales. Primero, permite ver las cosas desde el otro lado, ponerte en la piel de un jurado y descubrir que no es tan fácil ser imparcial, encontrar el equilibrio correcto entre rigor y magnanimidad, ceñirte a las bases y en definitiva sacar una selección digna; y que, aunque se logre todo esto, tu selección no tiene por qué parecerse demasiado a las de los otros. Y segundo, es una de las maneras más fáciles y rápidas de obtener un montón de feedback, useasé, de descubrir lo que un buen número de personas diferentes piensan sobre tu relato, las sensaciones que les despierta, lo que les ha gustado más y lo que menos. Y esto, para los que nos pasamos las horas manchando folios (o llenando de bytes de caracter de cadena de texto ficheros punto erre te efe, punto o de te o punto doc) significa mucho. Muchísimo.

Siendo así, servidor aprovechó el certamen, por un lado, para experimentar con recursos que estoy poco acostumbrado a utilizar y, por otro, para incordiar con mi opinión acerca de los límites de las bases y predicar con el ejemplo presentando dos relatos en los que hay vampirismo, pero no vampiros. Sobra decir que el resultado fue desigual entre los jueces, pero aunque fuese por los pelos entré en esta antología conmemorativa. En realidad lo que me ilusiona es haber participado en la decisión del jurado popular, haber estado ahí desde los primeros días del certamen, haber dado mi opinión sobre cada relato y haber debatido con los compañeros. Me parece que ha quedado una antología bien chula, y es gracias al esfuerzo de los autores, lectores y colaboradores de un certamen ni mejor ni peor: distinto.

Está a la venta en Amazon en formato Kindle y en papel (impresión bajo demanda) a unos 2€ y a unos 7€, respectivamente. Además de las trece historias vampíricas seleccionadas en el certamen, incluye una nueva traducción de El vampiro del propio Polidori realizada para la ocasión por Juan Ángel Laguna Edroso (escritor, administrador del portal Ociozero y editor de Saco de Huesos), y también un relato breve de Ignacio Cid, cuyo nombre quizá os suene de la reseña que hice por aquí a su Texturas del miedo hace ya un par de años (cómo pasa el tiempo, leñe) y que tras El osito cochambre, se encuentra en promoción de su tercer libro en solitario: Nudos de cereza (y habrá que estar atentos a más trabajos en el futuro inmediato, se dice, se comenta). 

Os dejo con la descripción del producto en Amazon:

John William Polidori es el paradigma del autor devorado por el mito del vampiro. A pesar del indudable valor de su aportación al imaginario moderno con la creación de Lord Ruthven, este joven poeta se vio eclipsado por la sombra del genio Lord Byron, quien irónicamente sirvió de modelo para ese mismo vampiro aristocrático. Es por ello que hemos querido reivindicar, a través de su figura, a todos aquellos autores y narradores que han aportado al género sin que sus nombres se inscriban en letras de oro, o incluso a veces siendo pasto del olvido. Ese es el espíritu de nuestro Concurso homenaje a Polidori, y también de esta colección, que busca servir de palestra a escritores sin consideración alguna sobre su trayectoria o su adecuación al mercado.

En esta segunda convocatoria del certamen, cuya temática era el vampirismo, hemos seleccionado trece perspectivas sobre el vampiro. Son relatos cortos que conforman un complejo mosaico: beben de fuentes mitológicas, actualizan el mito al trasfondo contemporáneo, juegan con las claves del género pulp, incorporan elementos cinematográficos, reflexionan sobre el concepto del vampirismo... buscan, en definitiva, su propia voz para trabajar con un monstruo que se ha erigido uno de los pilares indispensables del género de terror. Como complemento, se incluyen dos relatos adicionales: «El vampiro», de John William Polidori, que hemos vuelto a traducir para la ocasión, y «Cuando se supone que una madre abraza a un monstruo», la visión de nuestro jurado de honor Ignacio Cid Hermoso.

En próximos números de nuestro Bestiario de lo sobrenatural visitaremos nuevos mitos a través de nuestro concurso homenaje. De momento, podéis disfrutar de estas quince historias sobre succionadores de sangre, de vida.

La antología incluye los siguientes relatos:

El vampiro, por John William Polidori
El bosque del arcoíris, por Pedro Moscatel
Tres monumentos a mi agonía, por Ángeles Mora
Vampiros en La Habana, por Covadonga González-Pola
Defixio, por Gloria T. Dauden
Comer con los ojos, por Gema del Prado Marugán
Te doy mi sangre, por L.G. Morgan
El origen de los hematófagos, por Ángel Elgue
Billion Dollar Betsy, por Javier Fernández Bilbao
La dulce Núria, por Óscar Muñoz Caneiro
Los dos mundos de Lord Barrymore, por Edgar Sega
Sangre, Billy Idol y la Carretera de los Muertos, por Sergio Pérez-Corvo
Sangre, por Enrique Cordobés
Negocios, por José Manuel Fernández Aguilera
Cuando se supone que una madre abraza a un monstruo, por Ignacio Cid Hermoso

Más información en www.sacodehuesos.com

domingo, 10 de agosto de 2014

Seleccionado para el especial Calabazas en el Trastero: Steampunk

Parece que el Steampunk me sigue dando suerte, al menos por el momento. Aunque no negaré que mezclar el retrofuturismo y el fosco ha sido todo un reto, la verdad es que ha sido un ejercicio interesante y sobre todo muy divertido. En este relato, La vida del imbécil, muestro una España rural y castiza que no sabe nada de revoluciones industriales ni burguesas, que vive anclada en un pasado nobiliario y casi feudal debido a... bueno, ahí entra el fosco. Tendréis que leer el relato para saberlo.


Esta es la lista de seleccionados:

Ciudad paradigma (Javier Fernández Bilbao) 
El infierno mecánico (Carlos Gómez)
El noble arte de guardar un secreto (Oscar Navas Carballo)
El relojero de los muertos (Juan Ángel Laguna Edroso)
Hueytecuilhuitl (Pablo Loperena)
Ius Sanguinis (Salomé Guadalupe Inglemo)
La conciencia de las máquinas (Vidal Fernández Solano)
La prodigiosa calabaza parlante del Doctor Pascal (Daniel Garrido)
La vida del imbécil (Pedro Moscatel)
Máscaras (Gloria T. Dauden)
Mechanomikón (Alejandro Morales Mariaca)
Sangre, sudor y monstruos (Ricardo Montesinos)
Un infierno peor que la ceguera (Xuan Folguera)

La cubierta corre a cargo de Pedro Belushi y el prólogo, cortesía de Nocte, lo firmará Julián Sánchez Caramazana.

Tenéis más información sobre Calabazas en el Trastero en http://sacodehuesos.com/calabazas-en-el-trastero

domingo, 6 de julio de 2014

El bosque de las historias II

Mi recién hallado maestro, aquel que me convertiría en el mejor escritor vivo o muerto, dio media vuelta y se perdió, igual que había venido, entre los árboles del Bosque de las historias.

—¡Espéreme, Bodhisattva! —grité, y eché a andar tras él.

Sus zancadas eran largas y seguras, confiadas como las del que está familiarizado con el camino. Mientras tanto, las mías eran cortas y titubeantes, y mis pies se topaban con las raíces y mis tobillos se rasgaban con las zarzas, y casi sentí miedo de lo que diría el Bodhisattva cuando viese mis zapatos aún más sucios y todavía más estropeados después de todo aquello.

Seguí mientras pude y a pesar de las dificultades, pero pronto la vegetación espesó hasta que me fue imposible dar un único paso más… ¡Y lo peor es que de todos modos no habría sabido en qué dirección darlo! Hacía mucho que las zancadas de mi Bodhisattva se habían alejado muy por delante de mí, y yo estaba desorientado y sin recursos en un terreno que no conocía salvo por una foto en el panfleto promocional que, ahora que lo pensaba, ni siquiera debía de ser auténtica. Así que me detuve y traté sin éxito de recuperar el aliento. El viento que soplaba entre los troncos descascarillados me insufló una gélida melancolía, y pensé que me había engañado al llegar al poste, echarme la chaqueta sobre el hombro y penar que lo peor ya había pasado. ¡Esto iba a ser más difícil de lo que parecía! Por primera vez pensé en abandonar. Quise renunciar a mi sueño alocado de ser el mejor escritor vivo o muerto. Decidí que alguien que se perdía así en el famoso Bosque de las historias, el mismo del que salen los grandes escritores, no merecía saber la manera única y verdadera de ordenar las palabras dentro de una frase, ni el número exacto de palabras que debe contener un párrafo, ni el patrón invariable por el que se cortan todas las grandes historias.

Así que allí mismo, creyéndome perdido y solo, lloré.

—¿Quién eres?

Me limpié las lágrimas en la manga y alcé la vista hacia mi interlocutor con una sonrisa amplia, aunque no la sentía demasiado. Él era alto y erguido como una torre, y sus ojos oteaban por encima de una gran nariz aguileña. La barba cana peinada y solemne, los pómulos duros y el aire regio me hicieron pensar que debía ser alguien importante aquí, en el bosque.

—Yo soy…

Pero él no me dejó terminar.

—¿Estabas Llorando?

—¿Yo? ¡No, qué va!

—Deberías —dijo, y se cruzó de brazos, allí en lo alto—. He visto fracasar a mucha gente como tú.

Algo se removió en mi interior.

—Bueno, sé que no es fácil, pero…

—Pobre —dijo él, poco interesado en lo que tuviese que decirle—. Todos llegan como tú, llenos de esperanzas. Y yo tengo que ver cómo esas esperanzas se resquebrajan y se parten en mil pedazos, y esos pedazos terminan molidos y el polvo restante se lo lleva el viento. Y eso me llena de tristeza.

Eso decía, pero sonreía.

—¿Cómo esperas triunfar donde otros han fracasado? —dijo, aguantando apenas ya la risa, y yo esperé para ver si ahora me dejaría hablar. Como su silencio daba de sí, intenté meter en él una respuesta:

—La verdad es que ya no sé muy bien si…

—¡La verdad! —dijo, y se llevó una mano a la frente como si mi osadía al pronunciar esas dos palabras hubiese sido lo bastante grave como para causarle un daño físico—. ¿Qué sabrás tú de la verdad? Yo mismo llevo buscándola desde mucho tiempo antes de que tú llegases a este bosque.

Me estaba hartando de él, así que perdí la sonrisa amplia y forzada que ya sí que no sentía en absoluto.

—¿Y bien?

—¿«Y bien» qué? —casi escupió sus palabras.

—Soy un ignorante, así que ayúdame a conocer. ¿Cuál es la verdad? ¿Qué sabes tú de ella, que llevas tanto tiempo buscándola?

Naturalmente no sabía la respuesta. Me miró con un odio capaz de atravesar un tomate maduro en una tarde de sol, lo que no es muy espectacular pero sigue siendo mucho, y después le vi desinflarse. Se encorvó hasta quedar a mi misma altura, y sus ojos húmedos y enrojecidos apenas se veían bajo sus cejas, y su rostro, que me había parecido regio y anguloso, ahora me parecía decrépito y anguloso. El mismo atributo, otra interpretación. Intentó decirme algo, y casi agradezco que no le saliesen las palabras, porque por el modo en que se le atragantaron debían ser todas horribles. Se marchó, vencido, aunque vi en sus ojos que la zozobra ante lo que yo le había dicho sería olvidada, y después solo quedaría el rencor. Al darse la vuelta vi las telarañas en sus hombros y en su espalda, y cuando echó a caminar a zancadas cortas y lentas noté por primera vez la capa de verdín que le cubría las piernas hasta las rodillas.

—Bien dicho —dijo el Bodhisattva, justo detrás de mí.

—¡Maestro! —volví la vista hacia el lugar por el que se había marchado el extraño y después de vuelta hacia mi espíritu guía literario—. Al principio creí que era un escritor.

—Y lo era —repuso el anciano.

—Bueno, quiero decir un escritor de verdad.

—Él es muy real, te lo aseguro.

—Ya, pero me refiero… —me rendí con una sacudida de la cabeza—. No parecía alguien que supiese la verdad absoluta.

El Bodhisattva respiró pesadamente durante una fracción de minuto antes de hablar.

—Hay quien se pierde en el bosque porque no encuentra el camino, y hay quien se pierde porque olvida que está caminando. Este último es su caso: él ya no recuerda que está aprendiendo, no recuerda que vino para, algún día, atravesar el bosque, y tras tanto tiempo su mundo no abarca más que estos árboles.

—Parecía un troll.

Él rió pero no dijo nada.

—¿Y yo que me he perdido, me convertiré en él?

—No por el momento, y por una razón sencilla pero crucial: tú sabes que estás perdido.

Pensé durante un tiempo. Imaginé que las ardillas roían en las ramas y los pájaros picoteaban en las copas, las termitas masticaban en las cortezas y los gusanos removían la tierra, pero solo lo imaginé porque yo era una persona de ciudad y no tenía ni idea de lo que significaban los distintos ruidos del bosque. Para mí todo era un murmullo incomprensible en el que perderme, igual que me había perdido en aquella maraña de pensamientos, ¡igual que me había perdido en el bosque!

—Si hay quien se pierde porque no encuentra el camino, y hay quien se pierde porque olvida que está caminando, ¿por qué me he perdido yo, que sé que estoy atravesando el bosque y le tenía a usted para guiarme por el camino correcto?

—Yo no te guiaba por el camino correcto; tú me seguías por el camino que fue correcto para mí. Pero el camino que es fácil para alguien puede ser difícil para otros, y por eso ha llegado un punto en que no has podido seguirme.

—Y si debo buscar mi propio camino, ¡¿para qué demonios sirve tener un Bodhisattva?!

Él se encogió de hombros.

—Los has dejado bastante mal, pero creo que todavía puedo hacer algo con esos pellejos que llamas zapatos.

—No quiero que haga nada con mis zapatos. ¡Quiero que me convierta en el mejor escritor vivo o muerto!

—¿Y por qué piensas que yo soy capaz de hacer eso?

Por segunda vez desde que había llegado, no supe qué contestar.

martes, 1 de julio de 2014

Entrevista en Párrafos perturbados

Esta entrada va a ser muy breve: solo es para dejaros el enlace a la entrevista que me ha realizado Rafael González para su blog. Rafa es compañero de letras, pero además de antología: ambos participamos en Ácronos 2, la antología de steampunk editada por Tyrannosaurus Books que, por cierto, no deja de cosechar reseñas positivas. Para muestra, esta última que aparecía ayer en el blog de Marc Sabaté. Con una búsqueda rápida en google encontraréis el resto.

En fin, intentaré que la próxima entrada tenga más contenido y menos autobombo. De momento y mientras me reubico (nuevo trabajo, nueva ciudad, nueva casa, esas cosas) pasad por los enlaces y echad un vistazo a ese par de blogs, que no están nada mal.

sábado, 21 de junio de 2014

El bosque de las historias I

Cuando llegué me encontraba exhausto. El sudor frío me empapaba la camisa y los pies me hervían dentro de los zapatos, llenos de rozaduras y ampollas. Me aflojé la corbata, me lancé la chaqueta del traje por encima del hombro y suspiré. «¡Ya ha pasado lo peor!» pensé, y me acerqué a la señal para enderezarla. 

—Bodhisattva literario —leí—, también se arreglan zapatos.

Pero no pude enderezarla porque no se quedaba en su sitio. Estaba clavada al poste de madera con un único clavo y era imposible dejarla en posición horizontal sin que girase otra vez sobre su centro.

—Es un cartel testarudo, el de este poste —salió una voz de entre los árboles, y al momento supe que se trataba de mi mentor, el que me convertiría en el mejor escritor vivo o muerto.

—¿Es usted el bodhisattva, el que se encuentra en posesión de la verdad absoluta? —dije, solo por confirmar lo que yo ya sabía—. ¿Me enseñará cuál es la manera única y verdadera de ordenar las palabras dentro de una frase? ¿Me dirá el número exacto de palabras que debe contener un párrafo? ¿Me mostrará el patrón por el que se cortan todas las grandes historias?

De donde había venido la voz salió a pasos largos uno de esos ancianos endurecidos. Esos poseídos por un último fogonazo de juventud, como el destello de una estrella que quema su último combustible antes de morir. Me dedicó la sonrisa protocolaria y distante que podría haberme dado el dueño de la librería de viejo de mi barrio.

—Y también arreglo zapatos, si te interesa.

Bajó la mirada hacia mis pies y consiguió que me sintiese avergonzado por el estado en que habían quedado mis zapatos tras la caminata.

—Le imaginaba de otra manera —dije con la esperanza de redirigir su atención.

—Entonces tú eres el único culpable de tu decepción.

Me fulminó con una mirada seria y neutra, observadora. Sonreí nervioso, y entonces rió con una alegría que me sorprendió por lo sincera.

—¿Por qué dijo que el cartel es testarudo?

Frunció por un momento el ceño como si yo le hubiese preguntado «¿es este el planeta Tierra?». Después señaló al poste y al cartel, este último girado noventa grados más de lo que se considera apropiado para una señal decente y respetable.

—Es testarudo porque hace que la gente incline la cabeza o intente ponerlo recto, como has hecho tú. Y esa gente solo quiere leerlo. Si lo que el cartel quiere es comunicar algo, ¿por qué ponerlo difícil?

—Igual el cartel prefiere que solo lo lean quienes se tomen la molestia de entenderlo. Eso hace más valioso el mensaje.


—Pero el mensaje es el mismo —dijo él—. Y cualquier idiota puede girar un cartel. ¿Qué me dices a eso?

No supe qué contestar.