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lunes, 19 de agosto de 2013

Síndrome postvacacional

Pues sí, vuelvo con esta entrada después de un inmerecido descanso (inmerecido, sí, porque de todos modos tampoco es que actualice tan a menudo) y vuelvo con ganas renovadas. Una especie de síndrome post-vacacional, pero a la inversa. Tenía ganas de recuperar la dinámica de entradas en el blog, tras un par de meses de mucha, muchísima escritura y también de algunas copichuelas en las fiestas del pueblo, que agosto es lo que tiene.

Hace mucho que no hablo acerca de mis proyectos, y la verdad es que hay algo de esto. Una novela corta y dos novelas antológicas esperan apadrinamiento editorial, mientras continúo trabajando en la gran novela de ciencia ficción que a poquitos ya me ha robado dos años y, cómo no, continúo escribiendo relatos, relatos, relatos. Algo voy publicando; hace un tiempo rehuía los concursos, sin conocerlos, pensando que no eran más que un pozo de intereses que poco tenía que ver con la literatura. Evidentemente no los entendía demasiado bien, porque hay pocas cosas que contribuyan más a la literatura que un certamen realizado con entusiasmo y de forma desinteresada, de los cuales por cierto hay muchos. Así que aunque sigo escogiendo con cuidado (hay bases de certámenes que son para enmarcarlas y echarte unas risas... y otras directamente para denunciar) me presento a convocatorias y certámenes con la tranquilidad de acertar siempre gracias a un asimoviano tricálogo que he desarrollado:

1ª regla de la robótica relatística: Un certamen tendrá siempre como premio mínimo la publicación en papel del relato, en un trato justo para el autor.

2ª regla: Un relatista deberá preferir certámenes que propicien prestigio y reconocimiento en su campo, siempre y cuando al hacer esto cumpla todavía con la primera regla o el prestigio del certamen facilite de facto la publicación en papel por otros medios.

3ª regla: Se deberá huír de un certamen con premio en metálico, siempre y cuando esta regla no entre en conflicto con las dos anteriores.

La tercera regla tiene su razón de ser en que algo de razón tuve al desconfiar de los concursos: no todo lo que reluce es oro. Aunque limitador, mi sistema me evita presentarme a concursos de ayuntamiento cuya única razón de ser es aparentar que se hace algo con la asignación presupuestaria de cultura y en los que el premio se adjudica ab datilem. No digo que esta sea la norma, pero pasa, y no quiero tener nada que ver con ello. Dicho esto, de todo hay; premios como el Alberto Magno de la UPV o el premio UPC de ciencia ficción, por ejemplo, están muy bien dotados económicamente, lo que incumple la tercera regla, pero cumple las dos primeras.

Y bueno, cambiando de tercio, también he leído mucho, muchísimo más de lo que suelo leer, hasta un punto en que apenas reposan las lecturas. Pero dejan poso, vaya que sí, así que os debo un puñado de reseñas escogidas. Las estrellas mi destino, La vieja guardia, El cementerio de barcos... me gustaría reseñar y recomendaros como mínimo estas tres novelas, las tres de las que se leen en un par de días pero en las que se piensa durante semanas.

El verano es un parón para muchos entes muchísimo más importantes que este pequeño blog, como son las editoriales, librerías, asociaciones y portales literarios. Hay dos caras de esta moneda: con el otoño se retoma la actividad, reaparecen las novedades y se acumulan las noticias, certámenes, presentaciones... así que crucemos los dedos y a ver qué trae el curso 2013-2014.

4 comentarios:

  1. ¡Salve, Pedro! Deseo que tus proyectos lleguen a buen puerto, que hay muchas trampas por ahí.

    Los concursos pues... hay de todo, como en todo xD. A mí me sorprendió alguien que estudió conmigo cuando éramos niños: el tío se llevó el Lázaro Carreter. Qué crack.

    Yo acabo de terminar una novela, pero no me veo con mucho ánimo de buscar editoriales. Ya sabes cómo está el panorama. De momento, a una agencia le ha gustado la primera parte y me pidió la obra completa, aunque en esos casos es mejor no abrigar esperanzas.

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    1. Bueno, yo creo que -aun midiendo las esperanzas- el hecho de que una agencia te pida el manuscrito completo es una muy buena noticia Watson, ¡de todas todas!

      No hay que alimentar una posible decepción, pero sí que hay que celebrar cada paso, así que enhorabuena y mucha suerte ;).

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  2. A escribir a escribir. Muy buenas tus tres reglas asimovianas, quizás algún día me decida a escribir relatos y las adopte.

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    1. ¡Hombre, Sarlauka!

      Algún filtro hay que aplicar en esto de los certámenes. Después de todo, escribir lleva un tiempo y un esfuerzo, así que conviene enfocar toda esa energía lo mejor posible. Con mis reglas o con otras cualquiera, por supuesto, pero me alegro de que estas te hayan gustado.

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