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martes, 16 de noviembre de 2010

Off-topic: Inspiración inoportuna


 Canción recomendada: Stairway to heaven, Led Zeppelin



De cómo un hombre pierde pie junto a la acera, presa de los nervios, de tan atentamente que contemplaba aquella carta de trazos acelerados.
De cómo el piloto contempla emocionado desde tierra el vuelo de aquél ya desfasado avión, que tras su regreso al aeropuerto será carroña de chatarreros, con suerte objeto de rifa entre museos de aeronáutica.
De cómo la luz atraviesa el límpido arroyuelo junto al que Tomás, ese niñito Colombiano, permanece tumbado sin saber que, al asomarse a beber agua, encontrará por fín aquella esclava de plata que durante tanto tiempo su madre creyó perdida.
De cómo brotan de la tierra aquellas semillas que con tanto anhelo plantó Hasan, aun cuando sabía igual que ahora que dificilmente vivirá lo suficiente como para vender las hortalizas.
De cómo la lluvia se acumula sobre aquél sombrero de felpa, sin que a su dueño parezca importarle tanto ver mojarse sus harapos como el que su desmejorado perro pueda enfermar por el frío de las calles.
O quizá...
Quizá de cómo, en un mundo futuro, la mente humana puede almacenarse y transportarse en la cabeza de un alfiler.
De cómo la vida puede convertirse en un trámite para el que no necesitamos cuerpo alguno; de fotos que no contempla ojo alguno, canciones que no vibran en ningún engranaje de diminutos huesecillos, abrazos sinápticos para conciencias incorpóreas.
O quizá...
De cómo en épicos mundos de fantasía, extraños pueblos conviven en una tierra evocadoramente desconocida.
O quizá también, por qué no...
De cómo un simple individuo se esfuerza por cambiar un mundo que apenas comprende.


De eso y de muchas otras cosas tratan los párrafos que hoy no escribiré, mientras oigo llover y contemplo una escalera que parte hacia el paraíso. Me llegó la inspiración; lástima que haya llegado en un momento de pereza.

5 comentarios:

  1. La pereza a veces puede ser algo bueno, porque te permite madurar más las ideas antes de plasmarlas en el papel. De todas formas si permites que te domine, las ideas terminarán por escaparse. :)

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  2. Para evitar que escapen, está ese pequeño secreto a voces de todo escritor: hace no muchos años un cajón repleto de folios manuscritos (yo aún tengo el mío)... Y hoy en día, una carpeta en nuestro ordenador o pen drive repleta de esbozos de ideas, esperando a que les llegue su turno.

    Pero tienes razón: una buena idea, por muy buena que sea, debe madurar como el buen vino, sin prisas y sin presión.

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  3. Sí, correcto. He oído hablar mucho de ese cajón, de esas libretas omnipresentes, de esos folios ubicuos... lástima que mi pereza siempre va un poco más allá, privándome incluso de su (debiera ser) sempiterna compañía. Mis ideas vienen y van, y casi nunca son escritas. Quisiera creer, aunque sé que me engaño, que permanecerán agazapadas en algún lugar del inconsciente, preparadas para saltar al teclado cuando yo las invoque, cuando mi llamada las saque de su ostracismo, permitiéndoles liberar su influjo, su poder, al mundo extramuros.
    No las dejo ahí para que maduren, aunque esa idea me resulte tan seductora como la ya clásica condescendencia de la autojustificación. No. Las dejo ahí por pereza.
    Por suerte (o al menos, así me lo repito a menudo), de donde salieron aún hay muchas más. A veces, incluso ellas mismas, que consiguen reunir fuerzas suficientes para re-emerger del caos abstracto en el que se gesta nuestro yo-interno. A veces, se salvan del olvido. Aunque en hacerlo tarden años, o décadas.
    Y, a pesar de ello...
    A pesar de ello no hay que dejar de aspirar a seguir el sabio consejo de Pablo Ruiz Picasso.

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  4. Si con tu referencia a Picasso te refieres a que la inspiración no es nada sin el esfuerzo, te doy toda la razón. No obstante, y debido a que me considero un pequeño ideómano o maníatico de las ocurrencias (si me permitís esta cariñosa "patada" etimológica) atesoro esos párrafos garabateados como lo que son en potencia, como las historias en que podrían convertirse.
    Muchas noches (pues es la hora a la que suelo escribir) en las que la inspiración no parecía por la labor de encontrarme, un vistazo a aquellas ideas me ha salvado a tiempo de caer en el mal de la hoja en blanco.
    Y en cuanto a dejarlas madurar... qué decir, cada experiencia es diferente. A veces lo he necesitado, y otras no. Las primeras me ha beneficiado, y las otras... podría haber logrado algo mejor. Supongo que la invención infusa es un don adquirido, como el gusto por el café o la improvisación poética. Mientras tanto, seguiré caminando por la habitación, fumando un cigarrillo y dándole vueltas y vueltas a una historia que continúa cobrando forma en mi pensamiento.

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  5. Y aquí estaremos nosotros para disfrutar del resultado. :D

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